Muchos de nosotros tenemos aspiraciones, nos fijamos objetivos y nos imaginamos donde nos gustaría estar en unos años. Es ahí cuando la planificación se vuelve necesaria para definir el camino.

Pero debemos tener presente que la planificación rígida nos limita, nos aleja de nuevas oportunidades y hasta nos puede servir como excusa para no afrontar nuevas circunstancias.  Es por eso que para movernos en el mundo actual, con una realidad tan dinámica, debemos tener la suficiente flexibilidad para modificar las acciones, abrirnos a nuevas oportunidades y aprovechar cada momento, sin perder de vista hacia donde nos dirigimos.

PLANIFICACIÓN DE VÉRTIGO

Si a fines de la década del ´60 John Lennon sostenía  que “la vida es aquello que te va sucediendo mientras estás ocupado haciendo otros planes”, en la actualidad, el nuevo milenio no sólo confirmó las palabras del Beatle, sino que las potenció al ritmo de la revolución tecnológica, el vértigo de la vida cotidiana y la velocidad en que el futuro se convierte en presente.

Así es que en el actual frenesí mundial cuesta disfrutar de las pequeñas cosas, las realmente importantes, las que hacen gozar del tiempo, que es el único que no espera.

el peligro de planificar

FLEXIBILIDAD EN LA PLANIFICACIÓN

Lo único seguro es el ahora y por eso es importante una Planificación que nos permita cierta flexibilidad para actuar, movernos e interactuar con el exterior, y ajustar así nuestro plan según las diversas realidades que surjan. La vorágine nos llevará a atravesar escenarios imprevistos y experimentar diversas situaciones que no imaginamos encontrar en nuestro camino, pero que también  pueden ser muy desafiantes y positivas a la vez.
Por eso, si queremos obtener lo que añoramos, como un título, un trabajo, concretar un negocio o crear nuestra empresa, que la plantificación sea flexible es fundamental.

Pero también debemos hacer cosas que aún no hemos hecho. Nadie va a estudiar por nosotros, ni va a emprender un negocio, ni le pedirá una reunión a alguien importante. Nadie lo hará por nosotros si no lo hacemos nosotros mismos.

La inexperiencia de no haber enfrentado situaciones similares nos lleva a dudar sobre qué acciones tomar o como actuar. Pero por nada del mundo podemos permitir que el miedo nos limite o que la duda nos frene.
Porque preferir arrepentirse de lo que se hace que de lo que no se hace, es una filosofía de vida que nos lleva a actuar con la actitud y convicción suficiente para que el arrepentimiento termine siendo una excepción.

Distintas teorías recomiendan planificar un 70% del tiempo y dejar un 30% para esos imprevistos que surgen con fruto de nuestro accionar, y además si planificamos el 100% nos volvemos rígidos y quedamos propensos a frustrarnos por no cumplir con todo. Tener espacio para amoldarnos rápidamente a los cambios, es una ventaja que puede hacer la diferencia.

La clave está en planificar lo justo. No tratar al plan como si fuera una bandera y morir abrazado a él. Hay que actuar, pero no improvisar. Disfrutar de cada momento o tarea realizada, pensando que es parte del objetivo final, y que eso nos dará la motivación necesaria para alcanzarlo. Después de todo, cuando tu realidad cambia, tus sueños no tienen por qué hacerlo.